lunes, 14 de mayo de 2018

Los partidos nacionalistas catalanes, entre los que más atacan la libertad religiosa

Dos jóvenes de ARRAN, las juventudes de la CUP, se besan frente a la imagen de la Moreneta
Dos jóvenes de ARRAN, las juventudes de la CUP, se besan frente a la imagen de la Moreneta - ABC
LAICISMO EXTREMO

Los partidos nacionalistas catalanes, entre los que más atacan la libertad religiosa

ERC, PdeCAT, CUP y la izquierda radical protagonizaron la mayoría de las agresiones a la Iglesia católica en 2017, según un informe

MadridActualizado:
El laicismo agresivo que impulsan los partidos de la izquierda radical y los nacionalistas catalanes han sido unas de las principales amenazas a la libertad religiosa durante 2017. De los 166 ataques a este derecho fundamental que se registraron el año pasado, 79 salieron de las filas de formaciones como Podemosy sus distintas confluencias —Ahora Madrid, Compromís, Ganemos— y de coaliciones de gobierno de extrema izquierda, de las que forma parte el PSOE o de partidos nacionalistas como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Partido Demócrata Europeo Catalán (PdeCAT) o Candidatura de Unidad Popular (CUP). Así se refleja en el informe del Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia (OLRC) al que ha tenido acceso a ABC y que será presentado esta semana.
De ese cómputo global, Podemos fue responsable de 34 ataques a la libertad religiosa convirtiéndose en el partido más laicista de España. Junto a Izquierda Unida —ambos se presentaron juntos a las últimas elecciones legislativas— cargaron sobre sus espaldas 44 casos, doblando el número de agresiones del segundo partido más laicista, el PSOE, con 20. Tras ellos, le siguen los partidos nacionalistas catalanes y valencianos (CUP, PdeCAT, Compromís y ERC). El principal blanco de esos ataques fue la Iglesia católica.
Cataluña además se convirtió por primera vez en 2017 en la comunidad autónoma con más atentados contra este derecho fundamental (29 casos). La Comunidad Valenciana (con 21) también se encuentra entre las primeras posiciones. «La inestabilidad política que hay en Cataluña afecta a la libertad religiosa. A ello hay que sumar el laicismo radical de algunos partidos que quieren convertir al Estado en religión», denuncia a ABC, la presidenta de OLRC, María García, quien subraya que aunque el año pasado se produjeron menos ofensas a las confesiones religiosas, «fueron más violentas».
La mayoría de los atentados que se produjeron en 2017 fueron episodios de marginación de la religión de la vida pública (62 casos), seguidos de ataques a los lugares de culto (44) y escarnio a la religión (41). El informe del Observatorio detalla caso por caso. Entre ellos, destaca la proposición no de ley presentada por Podemos en el Congreso en febrero para eliminar la emisión de la Misa en la 2 de TVE o la decisión del alcalde de Zaragoza, Pedro Santiesteve (Podemos), de prohibir a los bomberos la celebración de la tradicional misa de su patrón —San Juan de Dios — en el parque de bomberos de la ciudad.
La lista de acoso y derribo contra la confesión mayoritaria es larga. El informe recoge la petición de Izquierda Unida de retirar del escudo de la ciudad de Sevilla, la imagen de Fernando III el Santo y de los obispos hispalenses San Isidoro y San Leandro, al considerar que las referencias cristianas del escudo «constituyen un atentado a la aconfesionalidad que recoge la Constitución». A esta persecución se suman también las reiteradas peticiones de la formación morada en el Congreso y en multitud de asambleas regionales para que se deroguen los Acuerdos Iglesia-Estado, una solicitud a la que además se sumó ERC y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con el objetivo de consolidar «un Estado laico».
La marginación de la religión de la esfera pública llega incluso a extremos tan absurdos como la propuesta de la Consejería de Educación de la Comunidad Valenciana (Compromís) de cambiar el calendario escolar para que se base «en criterios pedagógicos y no en las fiestas religiosas», subraya el informe. La CUP también se suma a la lista de los partidos más laicistas de España. El informe recoge su propuesta de expropiar la catedral de Barcelona para «su socialización forzosa ante el exceso de turismo en el distrito antiguo».
«Algunos partidos, sindicatos y asociaciones han utilizado sus comparecencias sobre el Pacto Educativo para cargar contra la Religión en la escuela, especialmente contra la católica, los acuerdos con el Vaticano y la libertad de los padres a elegir la formación que quieren para sus hijos, en vez de buscar soluciones para que mejore la calidad educativa. Ponen las instituciones democráticas al servicio de sus intereses ideológicos», explica García.

Más ataques a los lugares de culto

El laicismo radical de estos partidos de izquierda y nacionalistas se manifiesta también en numerosos ataques a los lugares de culto, que subieron el año pasado con respecto a 2016 (44 casos). Entre ellos, figura la profanación protagonizada por Arran —las juventudes de la CUP— en abril de 2017. Esta organización colgó en Youtube un vídeo en el que se veía a dos mujeres besándose frente a la imagen de la «Moreneta» para denunciar «la misoginia y la lesbofobia de la Iglesia».
Por séptimo año consecutivo, el informe da cuenta de todas las noticias aparecidas durante 2017 en los medios de comunicación, así como la información que proporciona el Congreso de los Diputados, el Senado y los Parlamentos autonómicos en relación a este tipo de ataques.

TORRA: CARNE REFRITA DE PRISIÓN

14 de mayo de 2018

TORRA: CARNE REFRITA DE PRISIÓN

Si Qim Torra pone en marcha lo que ha anunciado sin someterse a lo que la Constitución exige, terminará como Oriol Junqueras en la cárcel, salvo que las indecisiones de Mariano Rajoy le permitan huir y convertirse en prófugo como el expresidente trilero Puigdemont.
Quim Torras es carne refrita de prisión. La Constitución española, abierta siempre, ha establecido cauces para propugnar cualquier idea política. Pero hay que navegar por ellos. Es necesario cumplir la ley. Quim Torra es un mediocre político de tercera división, dispuesto a trastear con la ley y a manipular la Constitución. Su horizonte es la cárcel. Para evitarla, se escurrirá durante los próximos meses con el fin de convocar nuevas elecciones autonómicas en octubre, a la espera de una victoria concluyente en las urnas.
Ese es el propósito del expresidente felón Carlos Puigdemont, que cuenta con los pasteleos, las merengosidades y la debilidad de Mariano Rajoy, pendiente de no crearse conflictos ante las cercanas elecciones generales. Lo que ocurre es que la maquinaria de la Justicia está en marcha y puede triturar los indecentes desafíos a España de la marioneta Torra y de quien maneja desde Berlín sus hilos.

domingo, 13 de mayo de 2018

La inseguridad emocional es una sensación de malestar, nerviosismo o temeridad asociado a multitud de contextos, que puede ser desencadenada por la percepción de que uno mismo es vulnerable, o una sensación de vulnerabilidad e inestabilidad que amenaza la propia autoimagen o el yo

La inseguridad emocional es una sensación de malestar, nerviosismo o temeridad asociado a multitud de contextos, que puede ser desencadenada por la percepción de que uno mismo es vulnerable, o una sensación de vulnerabilidad e inestabilidad que amenaza la propia autoimagen o el yo.1 Una persona que es insegura no tiene confianza en su valía y capacidades; carece de confianza en sí mismos u otros; pueden pensar que los demás les defraudarán, y temerán defraudarles ellos mismos; o desconfía de que las actuales circunstancias positivas sean tan sólo temporales. Este es un rasgo común, que sólo se diferencia en el grado del síntoma entre las personas. La inseguridad tiene muchos efectos en la vida de una persona. Hay varios niveles de la misma. Casi siempre causa cierto grado de aislamiento; cuanto mayor es la inseguridad, mayor es el grado de aislamiento. La inseguridad suele tener sus raíces en los primeros años de la infancia de una persona. Como la inseguridad puede ser muy molesta y limitante y la psique se encuentra amenazada, a menudo se acompaña de mecanismos de defensa que se manifiestan en distintos estilos de personalidad. La inseguridad puede ser superada. Se necesita tiempo, paciencia y una comprensión gradual de que el valor propio es puramente una cuestión de perspectiva (o la opinión subjetiva de uno mismo), por lo que si bien puede ser cierto que la inseguridad puede seguir a la preocupación por la realidad objetiva, esto no es de ninguna manera una necesidad, sino más bien una tendencia. 
 ¿CÓMO SUPERAR NUESTRA INSEGURIDAD? Confiando más en uno mismo y enfrentándonos a nuestros miedos. Imaginemos una situación que activa uno de nuestros miedos, y por lo tanto, nuestra desconfianza para poder resolver la situación con éxito. La ausencia de fe en nosotros mismos impide que accedamos a nuestro coraje, y como consecuencia, evitamos la situación y no nos enfrentamos a ella. Esta inacción nos lleva luego a sentir cobardía, arrepentimiento e incluso tristeza, sentimientos que alimentan a su vez al miedo y a la desconfianza. Lo que nos hace libres de todo lo material, no es el poseerlo, sino el conocimiento de que no lo necesitamos, aunque eso no quita para que en ocasiones disfrutemos de ello. 
  Manteniendo nuestra mente activa y abierta al cambio Con el fin de ser buenos en algo y de hacerlo perfecto tendemos a especializarnos y cerrar nuestra mente a otras cosas que existen a nuestro alrededor. De esta forma, cuando algo nuevo aparece en nuestras vidas, tendemos a rechazarlo y a resistirnos a ello. No creemos que podamos aprender algo nuevo, o por lo menos no al mismo nivel en el que lo hacíamos anteriormente, y representa un reto que nos incomoda. Cuando no perseguimos la perfección y mantenemos nuestra mente activa con el aprendizaje continuo siempre tendremos la seguridad de poder adaptarnos a cualquier circunstancia. Cuando confiamos en nuestra capacidad de aprender es mucho más fácil adaptarse y aceptar cualquier situación nueva que ocurra en nuestras vidas. 
   
Siendo siempre uno mismo Cuando pretendemos ser alguien que no somos nos ponemos en una posición muy delicada en la que sentimos que en cualquier momento alguien se va a dar cuenta de cómo somos en realidad. De ahí la importancia de mostrarnos siempre de forma auténtica y aceptarnos por quienes somos, con nuestras fortalezas y debilidades. En conclusión, La verdadera seguridad reside en el conocimiento de saber que, pase lo que pase, contamos con los recursos internos necesarios que nos ayudarán a seguir adelante y a afrontar todos aquellos cambios inesperados que puedan surgir en nuestras vidas.

Acaba de publicar un cartel en el que se representa a un individuo con un cuchillo en la mano que se dirige al Santo Padre con intención de asesinarle



El Estado Islámico amenaza ahora con asesinar al Papa Francisco

Acaba de publicar un cartel en el que se representa a un individuo con un cuchillo en la mano que se dirige al Santo Padre con intención de asesinarle

  • El Estado Islámico amenaza ahora con asesinar al Papa Francisco







Madrid.
  • @JMZuloaga
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El Estado Islámico continúa con su campaña de atentados contra las confesiones cristianas y las amenazas al Papa Francisco.
En una de sus páginas web acaba de publicar un cartel en el que se representa a un individuo con un cuchillo en la mano que se dirige al Santo Padre con intención de asesinarle.
En las últimas horas, al menos trece personas han perdido la vida y unas 40 han resultado heridas por una serie de explosiones perpetradas por terroristas suicidas en tres iglesias católicas en la ciudad indonesia de Surabaya, en la isla de Java. El número de víctimas podría aumentar.
Los ataques yihadistas contra las confesiones cristianas son constantes, ya que los islamistas creen estar en una guerra de religión contra los infieles que les permite cometer las mayores atrocidades.
Los terroristas están convencidos de que estamos ante un conflicto de religiones: «Ésta es una guerra justificada divinamente entre la nación musulmana y las naciones de la incredulidad». Y aseguran que Alá ampara la difusión de sus creencias mediante el uso «de la espada», que es una obligación que se encuentra en el Corán, según sus manuales teóricos.
Amenazan con que «la guerra sólo terminará con la bandera negra de Tawhid (monoteísmo islámico) aleteando sobre Constantinopla (Estambul) y Roma, lo que no es difícil para Alá».
«Saben muy bien que nuestra lucha continuará hasta que sean derrotados, se sometan a la regla de su creador o hasta lograr el martirio. Alá ha hecho nuestra la misión de hacer la guerra contra la incredulidad hasta que deje de existir. Él nos ha ordenado matar a todos los paganos dondequiera que estén».
El Papa Francisco, como jefe de la Iglesia católica, se convierte en el objetivo de sus ataques, sobre todo después de la declaración que hizo en su día de respeto «a los verdaderos seguidores» del islam para que no se generalizara un odio contra esta religión. A este respecto, los yihadistas consideran un ataque contra ellos la entrevista que mantuvo Francisco «con el infame Ahmed el Tayeb, líder de la Universidad de Al Azhar, al que se presentó como el representante de los musulmanes suníes en todo el mundo». Creen que es un intento de desvirtuar a su «califa» Bagdadi.

El 68 se autodestruyó. Sus eslóganes más conocidos y repetidos -”sed realistas, pedid lo imposible”, “prohibido prohibir”, “debajo de los adoquines está la playa”- pasarían hoy tranquilamente por anuncios publicitarios.

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Mayo del 68: ¿Algo que celebrar?

El 68 se autodestruyó. Sus eslóganes más conocidos y repetidos -”sed realistas, pedid lo imposible”, “prohibido prohibir”, “debajo de los adoquines está la playa”- pasarían hoy tranquilamente por anuncios publicitarios.

Estudiantes de la Universidad de Nanterre | Cordon Press
En otoño circuló la noticia de que la presidencia francesa, con Emmanuel Macron, iba a conmemorar el 50 aniversario de Mayo del 68. De inmediato, el filósofo Luc Ferry, destacado crítico del pensamiento 68, preguntó en qué demonios se iba a meter el Elíseo conmemorando un movimiento que quería ser radicalmente hostil al poder. ¿Qué se propone celebrar?, inquirió. "¿El derrumbe del sistema escolar? ¿La rendición vergonzosa de los intelectuales más eminentes a los delirios maoístas, trotskistas, castristas? ¿La hostilidad al liberalismo? ¿O quizá los aspectos más simpáticos, la liberación de las costumbres, la emancipación de las mujeres, pero ocultando todo lo demás?"
Macron no lo hará. Tal vez le impulsara a coquetear con la idea de la conmemoración el apoyo que le dieron el líder más conocido del Mayo francés, Daniel Cohn-Bendit, y otros sesentayochistas relevantes, como Serge July o Alain Geismar. Pero las preguntas cargadas de Ferry permanecen. Nos interpelan sobre la interpretación de un conjunto de acontecimientos que Jean-François Revel calificó de "objeto histórico inaprensible". Para tratar de aprehenderlo se ha escrito en abundancia: ensayos, novelas, poemas y multitud de artículos y comentarios, que igual que este mío, aprovechan el aniversario redondo. Muchos son intentos valiosos. Otros se limitan a hacer de porteadores del mito, que a lo mejor es todo lo que hay. La construcción del 68 empezó al acabar la fiesta. Entonces se le dota de un sentido y una estructura que seguramente no tuvo. El 68 del que hablamos comienza a existir después del 68.
Las consecuencias se suelen resumir en transformaciones sociales y morales, aunque es más probable que fuera al revés: las transformaciones que ya estaban en curso lo propiciaron. Pero no se puede discutir con los mitos. El mito del Mayo francés ha resultado tan atractivo que incluso en España, donde apenas hubo nada, daría lugar al "yo también estuve allí". Sucede algo parecido con el antifranquismo. Todo el mundo corrió delante de los grises y todo el mundo estuvo en París. La construcción del mito llama a la invención de la memoria.
Algunos españoles sí estuvieron. Gabriel Albiac, uno de ellos, acaba de publicar su Mayo del 68. Fin de fiesta (Confluencias). Para los jóvenes antifranquistas de entonces, París era una meca. Política, cultural, vital. Los que pudieron, fueron allí. Una pequeña minoría. Albiac ha trazado un vínculo entre aquellas revueltas estudiantiles y la caída del comunismo. Porque, en efecto, Mayo del 68 significó el final de los partidos comunistas de Europa occidental de obediencia soviética. Aunque, al tiempo, la primavera parisina trasplantó a suelo europeo el brote maoísta en su instante más demente: la Revolución Cultural. La pesadilla de la Gran Revolución Cultural Proletaria aquí quedó, afortunadamente, en un sueño.
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Los iniciadores y protagonistas del Mayo no fueron los proletarios, sino los estudiantes. En Francia contaron finalmente con apoyo de los trabajadores, pero el 68 francés, como el alemán y el italiano, fue una revuelta juvenil. Antes, mucho antes, la burguesía había inventado la infancia. Después, otra burguesía mucho más amplia, ya clase media, inventó la juventud. Esa juventud de clases medias, que empieza a ir masivamente a la universidad, que goza de un nivel de vida que la mayoría de sus padres no habían tenido, estalla de pronto, sorpresivamente para muchos de sus contemporáneos, en una rebelión que, en síntesis, es una rebelión contra la autoridad.
La juventud "contestataria" tenía en la diana a las "instituciones represivas". ¿Qué era una institución represiva? Por ejemplo, la Universidad. Por ejemplo, un aula diseñada a la manera de un aula, porque en ella domina el lugar donde se pone el profesor. Represiva era la vida misma. La vida ordenada, disciplinada y previsible, de normas y convenciones. Represivo era consumir, trabajar, la familia, el "sistema". Una herencia menor y poco observada del 68 es la invención del "sistema": engranaje monstruoso que reduce al individuo a pieza mecánica, que limita e impide la autorrealización. Realizarse, otra causa inaprensible.
En California, Herbert Marcuse y sus seguidores habían llegado a la conclusión de que la clase obrera no estaba por embarcarse en revoluciones. Tampoco hacía falta ser Marcuse para verlo. Pero, de hecho, el "sujeto revolucionario" de los comunistas va a desaparecer como tal en la práctica y en la teoría. Ocurrió por obra del capitalismo, de la riqueza que produjo. Y con el sujeto, quedará fuera de juego su "vanguardia", el Partido, tocado antes por la invasión soviética de Hungría y, en el mismo 1968, por la invasión de Checoslovaquia, que frustró el último y vano intento por instaurar un "socialismo de rostro humano". Así, en los Estados Unidos aparecerá la New Left y, en Europa, los sensentayochistas remozarán viejas estructuras ideológicas con su imagen desestructurada. Habrá otro desplazamiento concordante: los problemas de identidad y autorrealización irán ocupando el lugar de las políticas de clase.
Lo ocurrido, fuera lo que fuese, no se entenderá sin el poder de la imagen: las fotos de los fotogénicos rebeldes, las retransmisiones televisivas de los acontecimientos en directo. Y tampoco se entenderá sin el poder de la música. La música fue, ante todo, norteamericana. Anglosajona. Fue la eclosión de los grupos, hoy bandas. Bandas juveniles. Lo único ciertamente globalizado en los sesenta, entre los países desarrollados, fue la música que consumían los jóvenes. Contribuyó a crear una comunidad juvenil diferenciada, que además vindicaba la juventud. Llegar a los cuarenta era el fin. Prácticamente significaba dejar de estar vivo. A partir de ahí, uno ya era pieza del engranaje.
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Aquella música, hecha por jóvenes, era el principal medio por el que llegaba -y a través de cual se participaba- en lo que parecía un nuevo modo de comportarse y de pensar. De la música de la época se desprendían, a la vez, la deseabilidad de embarcarse en un estilo de vida al límite - "sexo, drogas y rock and roll" - y la necesidad de ‘cambiar el mundo’ mediante un acto de voluntad fundado en sentimientos de amor y paz. Más que ningún otro medio, fue la música la que hizo imaginar ("Imagine", los bed-ins de John Lennon y Yoko Ono por la paz del mundo y contra la guerra de Vietnam) que todo el mundo podía ser feliz y vivir en paz gracias al poder del amor. "We can change the world" (Podemos cambiar el mundo) cantaban Crosby, Stills & Nash. La vía por la que muchos jóvenes llegaron a pensar en política fue la música. No sólo fue una visión naif. Era, de nuevo, la política entendida como salvación. Y la empresa de salvación política se realiza -¿autorrealiza?- a través de la revolución. De su mito.
Raymond Aron, en El opio de los intelectuales, dice que el mito de la Revolución genera la expectativa de una ruptura con la rutina cotidiana y estimula la creencia en que "todo es posible". De manera similar, lo dice Furet en El pasado de una ilusión. La revolución representa una ruptura con el orden común de los días y "una promesa de felicidad colectiva en la historia". ¿Por qué fascina?, se pregunta. Porque anuncia que "los hombres pueden desprenderse de su pasado para inventar y construir una sociedad nueva". Porque es la afirmación de la voluntad en la Historia, "la invención del hombre por sí mismo".
No hubo más revolución en el 68 que la imaginada. Alguna razón tenía el historiador Eric Hobsbwam, comunista hasta el final de sus días, cuando reprochó a los radicales de los sesenta que fueran a hacer a la revolución como quien va a un "Club Med político". Sin embargo, no todo quedó en una aventura vacacional. Ni en unos momentos mágicos en los que aquellos que participaron vivieron la epifanía de una comunión de pensamiento, sentimiento y acción. Tampoco quedaría todo encerrado en unos días de euforia en los que parecía que "iba a pasar algo que aún teníamos que inventar", como dice un poema de Enzensberger.
Las actitudes rebeldes y aparentemente anti-autoritarias que sobresalieron entonces, la heterodoxia y la iconoclastia de los movimientos de protesta de los años 60 que tanto se celebran y admiran, acabaron por convertirse en dogmas. En los dogmas, por ejemplo, de una moralidad obligatoria. Uno de los legados del 68 que perviven es la "corrección política", una auténtica tiranía del pensamiento o, como la describió el liberal (en el sentido norteamericano) Mark Lilla: una forma de totalitarismo blando. Junto con la "corrección política", que anidaría sobre todo en la enseñanza universitaria, las peores consecuencias fueron para la escuela, donde la pedagogía inspirada en el pensamiento 68 acabó con el modelo tradicional de aprendizaje y, así, con el aprendizaje, como ha contado muchas veces Alicia Delibes.
Sin olvidar, como suelen olvidarse, las ramas violentas que salieron de aquel estallido primaveral. No en Francia, precisamente, pero sí en Alemania, donde la Rote Armee Fraktion cometió su primer atentado -el incendio de dos grandes almacenes, ¡el consumo!- en 1968. Y en Italia, donde surgieron las Brigadas Rojas. En España, ETA empezó a matar aquel año - 7 de junio de 1968, asesinato del guardia civil José Antonio Pardines-, pero esa es otra historia, una que se inserta en la del nacionalismo vasco.
Seguimos sin saber qué hay que celebrar exactamente de mayo del 68. Yo todavía no sé en qué cambió aquello nuestras vidas, como se suele decir en los aniversarios. Seguro que cambió o dejó huella en la vida de quienes vivieron la aventura, en los que estuvieron allí. Pero al resto, a los que dicen que Mayo trajo cambios transformadores de vidas, les sugiero que intenten explicar en qué cambió su propia su vida a consecuencia del 68.
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Incluso la idea de que fue crucial o un gran paso adelante para la emancipación de las mujeres debería aceptarse menos acríticamente de lo que se acepta. Se da por sentado que fue uno de los efectos buenos del 68, pero qué aportó específicamente lo de Mayo a los grandes cambios hacia la independencia de las mujeres que supusieron la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y a la educación, incluida la Universidad, o la invención y comercialización de la píldora anticonceptiva. ¿Qué aportó específicamente Mayo del 68 a la emancipación femenina? ¿Las sugerentes imágenes de mujeres jóvenes y atractivas en las protestas? Por cierto: todos los líderes conocidos del 68 eran hombres. Hay que hacer auténticas piruetas intelectuales - pero se hacen- para derivar del Mayo un salto adelante en la emancipación de la mujer.
Tenemos que volver a Luc Ferry para encontrar el anticlímax que nos gusta a los enemigos de los mitos. En una entrevista en 2008, otro aniversario redondo, Ferry dijo que todo aquello por lo que habían luchado los sesentayochistas, que eran sus amigos de entonces, había salido al revés.
"Todos se imaginaron que luchaban en contra de la sociedad de consumo. Muchos eran maoístas, anarquistas, trotskistas, así que luchaban en contra de la sociedad capitalista, en contra de la sociedad de consumo". Pero resulta que "esos jóvenes contestatarios fueron el instrumento del desarrollo del capitalismo moderno", decía Ferry. Los valores tradicionales obstaculizaban el ingreso en "la sociedad capitalista del hiper consumo, es decir, en la globalización".
De modo que "Mayo del 68, como toda desconstrucción de los valores tradicionales, se puso al servicio del capitalismo".
Así visto, podríamos concluir que el 68 se autodestruyó ( y que no merecía otro destino). Bien mirados, sus eslóganes más conocidos y repetidos -"sed realistas, pedid lo imposible", "prohibido prohibir", "debajo de los adoquines está la playa", "la imaginación al poder"- pasarían hoy tranquilamente por anuncios publicitarios. Lemas y actitudes de los que luchaban - decían- contra la sociedad de consumo quedaron perfectamente integrados en los procesos de comercialización y de consumo. Lo sabemos: la rebeldía vende. Bendita contradicción.
Cualquiera que escribe sobre el 68 pienso que se siente tentado a usar sus propios términos, a ponerse en el papel sesentayochista aunque sea para darle un repaso o destruirlo. A mí también me pasa. Nos sentimos tentados a entrar en su marco discursivo, y a hablar y hablarle desde ahí a esos acontecimientos de hace 50 años. Que suceda tal cosa -algo que no ocurre con otros hechos mucho más relevantes de la historia reciente- es una prueba del poder que aquel "objeto histórico inaprensible" sigue ejerciendo sobre la imaginación, la nuestra, la de sus contemporáneos. Una señal, entre otras, de que continúa seduciendo y llamándonos a entrar en su desorden vital, en su revolución imaginada, en la liberación de quitarse la carga de la civilización, cada vez más incomprensible y pesada, y saltarse sus normas supresoras para redescubrir lo espontáneo, lo natural, lo lúdico, lo auténtico. Póngase todo eso en cursiva. Pero se ponga como se ponga, en realidad la cuestión más intrigante y difícil de responder sobre el Mayo es ésta: ¿Por qué nos importa?